Paradojas de la globalización
En la última nota hablaba de una necesidad de regulación de la descarga privada de música de internet. Y me refería principalmente a Estados Unidos, porque es donde tienen su sede las cuatro multinacionales que venden el ochenta por cierto de la música en el mundo. Se dice rápido, pero estas empresas aglutinan diferentes sellos, que son los que aparecen en los discos.
La verdad es que en España, a diferencia de Estados Unidos, esa licencia la denomina la ley «remuneración por copia privada» (que es el artículo 25 de la Ley de Propiedad Intelectual, aunque de «copia privada» se habla en el artículo 31.2). En el resto de la UE, excepto en el Reino Unido, existe esa remuneración.
A pesar de que el sistema jurídico estadounidense es muy distinto al europeo continental, eso no impide que estas cuatro grandes multinacionales usen diferentes organizaciones (como la SGAE en España) para «armonizar» las mismas campañas legales en todo el planeta. Dicho en plata, que descargar música de internet sea delito (y no sólo infracción), esto es, que por eso puedas ir a la cárcel y te deje antecedentes.
Ya no es una cuestión de mercado, ni siquiera del imperio de la ley (o el estado de derecho), sino de una cuestión emparentada, pero más básica, la soberanía. Esto es, que sólo la ciudadanía (o una parte de ella, por muy sesgada que esté) decida cuáles son las leyes por las que se rigen. No es sólo autonomía o rechazo del imperialismo. Es darse cuenta que las cuestiones que se nos presentan con la tecnología, no son simplemente «problemas exportados» y que según nuestras regulaciones, haremos frente y las regularemos del modo que entendamos más pertinente. Pero intentar «solucionarlas» según un modelo distinto, sería el mejor modo de no entender nada y de condenarse a no poder arreglar nada (suponiendo que esté roto).
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