Declaraciones desde la ignorancia
Aurora Beltrán, cantante de Tahúres zurdos y miembro de la junta directiva de la AIE (Artistas e Intérpretes Ejecutantes), ha expresado sus opiniones sobre los derechos de autor en una entrevista radiofónica (transcripción parcial de las declaraciones aquí).
No he oído la entrevista original, pero después de leer las respuestas a tres preguntas, considero que tan enjundiosas declaraciones exigen un minucioso y atento análisis.
La señora Beltrán, componente de un grupo musical que parece extinto (no he escuchado sus canciones nunca y no sé nada del grupo), muestra un modo de tratar a su potencial público, llamándoles «gentuza» y «granujas», que hará que corran en manada a las tiendas a comprar sus discos. Nunca escuchar las canciones de un grupo habría sido tan gratificante para sus oyentes.
En cuanto a la remuneración por copia privada, Beltrán apoya totalmente los veinte céntimos de euro que pagamos en cada cd vírgen (no son 0,002 € como recoge la transcripción), por algo que puede usarse de hecho para copiar material que goza de derechos exclusivos de publicación, comunicación y representación públicas. Hasta este punto, el razonamiento es perfecto, lo que falla es que Beltrán identifica «copia» con «copia de música sin autorización del titular» en el caso de los sesenta millones de cds que se venden en España. Lo obvio que para Beltrán resulta «qué menos que cada vez que una persona compre un CD virgen, que evidentemente va a ser para copiar algo, pues que esa persona pague algo», realmente no lo es tanto.
La copia de un cd, que siempre es una réplica de datos al soporte digital virgen, es un proceso, no un delito, o una actividad que no necesite bajo determinadas circunstancias de la autorización del titular de los derechos. Y la gran mayoría de los soportes digitales vírgenes no se utilizan para copiar ni música, sino datos personales. Por eso gravar esos soportes con un «canon» es como hacerlo con las hojas de papel. Además la justificación que da la Ley de Propiedad Intelectual de la remuneración por copia privada («dirigida a compensar los derechos de propiedad intelectual que se dejaran de percibir por razón de la expresada reproducción») no deja de ser muy cuestionable.
En cuanto a la contradicción patente entre el derecho de copia privada y la inclusión de sistemas anticopia, Beltrán evita dar una respuesta clara. Beltrán afirma que todos tenemos copias de discos para el coche y demás. Pero eso no es la copia privada, no necesito ser propietario del original. Los sistemas anticopia serán un revulsivo contra la venta de las obras presuntamente «protegidas», porque realmente son sistemas digitales de restricciones. Además estas presuntas «protecciones» entran en contradicción flagrante con la legislación vigente, entre otros motivos, porque las remuneraciones por copia privada son irrenunciables, aunque la obra se distribuya gratuitamente. Lo que Beltrán se explaya sobre la venta ilegal de cds no parece tener relación con con los sistemas anticopia, que los que venden ilegalmente cds, no tendrán reparo alguno en saltarse, con lo que se perjudicará únicamente a los particulares (lo que no contribuirá a aumentar las ventas).
En cuanto a la modificación del Código Penal en lo relativo a las redes de intercambio de archivos de música sin consentimiento del titular de los derechos, me parece que Beltrán muestra su ignorancia de lo que internet supone: un gran sistema de distribución de música. Lo que tienen que hacer las discográficas es ofrecer una tarifa plana por descargar música. Hasta ese momento, aunque consigan cambiar las leyes, lo único que obtendrán es que la música efectivamente desaparezca.
La transcripción parcial de la entrevista prologa las declaraciones con la siguiente afirmación:
Respuestas valientes que adquieren una dimensión especial cuando se escuchan en boca de alguien de las características de la veterana artista navarra.
No cabe duda, «valientes respuestas» las suyas.
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